Vuela mientras lees

viernes, 13 de julio de 2007

DESPUES DE LOS 50...

Justamente, es la duda que me aguarda el saber que ocurre con la sexualidad de la mujer que ha pasado la barrera de los 50 años, en el entendido – por ahora- que tiene pareja, ya que en otra ocasión abordaremos la situación de la mujer sola, más bien dicho, sin un hombre a su lado. ¿ Disfruta del sexo? ¿ se siente atractiva? ¿ es la edad una barrera? Dudas que disipamos sin mayor indagación ya que tanto Catalina como Ximena sonreían mientras recordaban parte de sus vivencias, esas “que se las disfrutan a concho” porque están en la mejor edad, según ellas., sin riesgo de embarazo y con la madurez que le dan los años, ya sin tapujos, sin temores, sin calendarios, sin esa responsabilidad que te da el ser madre y por la cual- muchas veces- pospones tu rol de mujer. Ahora es “ con todo” como dice Cata... con ganas de disfrutar con mi pareja, de entregarme, sin ese miedo de ¿ qué dirá si digo o hago tal cosa? Si quiero tener sexo o hacer el amor, no tan sólo lo expreso, sino, lo digo, lo pido y hay veces en que lo exijo porque a los hombres también les gusta que la mujer aparte de ser coqueta y femenina, les agrada que uno se transforme en esa hembra ardiente, capaz de sentir pero también de gritar que llego la hora en que las palabras, los susurros, caricias y devaneos ha cumplido su etapa.





domingo, 8 de julio de 2007

DISEÑADAS PARA VESTIR...ARRANCADAS PARA SENTIR

¡ Si esta falda hablara!, susurraba mi amiga Begoña mientras ordenaba su ropa y, como yo estaba a su lado, repliqué ¿Como quieres que la falda hable? si es tan sólo una prenda de vestir. Lo que desconocía es que esa falda, tipo gitana con encajes incrustados, y al igual que otras prendas, han sido mudos testigos de encuentros pasionales donde sin piedad alguna, son tirados o arrastrados por la fuerza del momento.
Compramos nuestra ropa poniendo lo mejor de si para elegir las más hermosas, que nos queden bien y ,si más aún, resaltan nuestros atractivos ¡ tanto mejor! Y... para que hablar de la lenceria: muchos encajes sofisticados, diseños y diminutos adornos que serán el complemento ideal de un cuerpo armonioso a la hora de lucir y sentir.
Begoña sigue calmadamente ordenando su ropa, como si quisiera que nada, ni nadie interrumpiera esos recuerdos que inundan su mente. Así es, visualizamos en su rostro sonrisas pícaras, suspiros profundos y, hasta un sutil oler de cada prenda que pasaba por sus manos. ¡ Es que no siempre tenemos la intimidad que quisiéramos! reclamaba, a veces el lugar y el tiempo son como las luces amarilla y roja de un semáforo que permanentemente titilan, como precaviendo situaciones que no quisiéramos lamentar.

Es por ello, agrega, que la ropa es cómplice silenciosa de encuentros furtivos, plagados de emociones en una desenfrenada carrera de pasión, donde las prendas - literalmente- vuelan; y así como los cuerpos se funden, colaless y slip;sostenes y camisetas; short y faldas se confunden diseminados en cualquier lugar, éstas no logran entender que, luego de haberse demorado tanto en comprarlas, eligiendo las más hermosas y protegidas en el closet, hoy están a la deriva... por ahí, no recordando, siquiera, si fueron sacadas con la delicadeza de manos femeninas o arrancadas a presión por las manos fuertes de un hombre ansioso. ¡ no quedaba otra! Por cada prenda que mi amiga coge, vuelve a exclamar ¡ si esta falda hablara! - es que cada una de ellas guarda un recuerdo- y, hasta, conserva el olor de ese mágico momento que, a la luz del día o con el crepúsculo del atardecer, forman parte del legado que celosamente atesora esta mujer. No contenta con el relato efectuado y, que he tratado de comprender, la seriedad se apoderada de su rostro y de sus ojos emergen suavemente gotitas como preámbulo de una voz femenina pero enérgica: Ellas(ropa interior) tienen impregnadas el olor a hombre, ese seductor aroma de macho ardiente, colaless que ya no tienen todos sus encajes, sostenes carentes de broches y más de un signo del éxtasis del placer pintado en ese bella falda hoy guardada en un closet pero, vigente siempre en las evocaciones de esta mujer, cuidadosa con su vestimenta pero atenta a desprenderse de ella,- como un árbol que se deshoja,- cuando se entrelace con un hombre capaz de sacar las hojas hasta sentir el aroma de mujer.
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